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Pillar la referencia





Me encanta pillar las referencias. Me proporciona ese cuanto de felicidad -como dice Miguel Noguera -de cuando se reconoce algo ("¡Ah, esto es de…!"). Puede que sea porque así me pienso más inteligente; yo creo que se debe a ese placer que supone el reencuentro agradable con un momento del pasado. Es cierto que cuando las entiendes te sientes como más integrado dentro del entramado cultural:  saber leer el subtexto implica un recorrido vital que no todo el mundo ha sido capaz de pagar.

Me cuesta más encontrar las referencias en la literatura, pero simplemente porque he leído  menos de lo que consumo de cine ("lo mío es el cine" decía el electroduende). En realidad luego las referencias son escasas porque ¿de que sirve homenajear algo si nadie lo conoce? -además, todas las referencias felices se parecen. Nadie entenderá la referencia. Los momentos que trascienden en lo literario son de dominio público. Los vas a (re)conocer incluso aunque no hayas leído la novela citada. 

Lo disfruto más aún si el homenaje es sobre una secuencia que me encanta.

Arriba, Mauvais Sang de Leos Carax. Abajo, Frances Ha de Noah Baumbach.

Dejo después de esta línea, otra secuencia de Carax que me gustaría COPIAR. Nada de homenajear. Sin excusas. Fusilarla como si se me hubiese ocurrido a mí. Nunca reconocer el referente.



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