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The last picture show

Yo que soy muy melodramático, me gustaría que esta fuese la última entrada del blog.

Incluso aunque no lo sea.

En este caso me comportaré como pregona Frank Kermode en El sentido de un final: es necesario que haya un final para que lo que va desde el inicio hasta allí alcance una dimensión humana, y, por tanto, un sentido.

Ya que venimos in media res y nos vamos in media res, nuestro principio y el final solo puede ser imaginado. No así con otros fenómenos de la vida sobre los que podemos hacer un cierre adecuado. Una aventura, un viaje, un romance, una victoria, una derrota…un blog.

Este blog lleva abierto cuatro años. Alcancé algo más de 4600 entradas. Muy pocas en realidad. Cuando comencé esto me preocupaba bastante que se leyese, y, por tanto, las entradas. Soy de esos que escriben para que se lea. Incluso los diarios se escriben pensando en que alguien los va a leer.

Este último año me preocupó menos cuántos entraban, reduje el contenido en imágenes y amplié la palabra. Posiblemente las mejores entradas son las de esos últimos doce meses. Les invito a que las revisen en caso de aburrimiento. No me gusta decir cosas así de mí, el que me conoce lo sabe, pero hay algunas muy buenas. Incluso tengo reflexiones son interesantes y están escritas con pasión y cabeza.

Fue un gusto escribir para ustedes. Espero que también puedan entrar a ocasionalmente y experimentar con lo que no pisaron.

Esto es el sentido del final. Esto es escatología pura. 

Me esforzaría en añadir algo más relevante a la cuestión pero creo que el mejor sentido de final lo montó Bob Fosse en All That Jazz. Sí, esa época en que los musicales eran algo más que gente cantando clásicos del pop con historias gilipollescas. 

Si tuviese que darle un final a este blog o lo haría a lo grande. Gracias por darme el material, Fosse. 



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