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Un poco de nostalgia posmoderna




































Reflexionando sobre la nostalgia postmoderna de Woody Allen –ser admirado por aquellos que admiras –me vino a la cabeza, de nuevo, el poema de Yeats, Sailing to Byzantium. No es la primera vez que me pasa; no será la última. Mucho me temo que poco a poco se convertirá en rutina que suceda con habitual frecuencia.
Las palabras de Yeats se yuxtaponen al ataque de existencialismo nostálgico de la película de Allen. Ser arte para ser eterno, pero la eternidad tiene ese giro de presente continuo que Yeats ignora a propósito. Woody lo percibe: el presente siempre es insatisfactorio llegado a un punto.
En verdad, solo la juventud (por su desmemoria) puede ser feliz cantando en las ramas de los señores de Bizancio, pues el horror encaminado a pensar que todo pasado fue mejor amenaza el tranquilo devenir-presente de la extática ciudad invisible en la que no hay lugar para la vejez.
Me encanta el camino que recorren las citas cuando las puedes seguir de un lado a otro: Yeats, Cormam McCarthy, Joel y Ethan Coen, Woody Allen, Yeats… Senderos que se bifurcan.
¿Poner rumbo o no a Bizancio? ¿Quién sabe?


I
THAT is no country for old men. The young
In one another's arms, birds in the trees
- Those dying generations - at their song,
The salmon-falls, the mackerel-crowded seas,
Fish, flesh, or fowl, commend all summer long
Whatever is begotten, born, and dies.
Caught in that sensual music all neglect
Monuments of unageing intellect.

II
An aged man is but a paltry thing,
A tattered coat upon a stick, unless
Soul clap its hands and sing, and louder sing
For every tatter in its mortal dress,
Nor is there singing school but studying
Monuments of its own magnificence;
And therefore I have sailed the seas and come
To the holy city of Byzantium.

III
O sages standing in God's holy fire
As in the gold mosaic of a wall,
Come from the holy fire, perne in a gyre,
And be the singing-masters of my soul.
Consume my heart away; sick with desire
And fastened to a dying animal
It knows not what it is; and gather me
Into the artifice of eternity.

IV
Once out of nature I shall never take
My bodily form from any natural thing,
But such a form as Grecian goldsmiths make
Of hammered gold and gold enamelling
To keep a drowsy Emperor awake;
Or set upon a golden bough to sing
To lords and ladies of Byzantium
Of what is past, or passing, or to come.
[I
Aquel no es un país para hombres viejos. Los jóvenes
Tomados del brazo, las aves en los árboles
- Las generaciones que mueren - cantando,
Las cascadas de salmón, los mares repletos de atún,
Peces, animales, aves, encomian todo el verano
Todo aquello que se produce, nace, y muere.
Atrapado en esa música sensual todo ignora
Monumentos de intelecto que no envejece.

II

Un hombre viejo no es más que una cosa miserable,
Un abrigo andrajoso sobre un bastón, a menos
Que el alma aplauda y cante, y cante más fuerte
Por cada arruga en su traje mortal.
Ni hay otra escuela de canto que el estudio
De monumentos de magnificencia única;
Y por eso he navegado los mares y he venido
A la santa ciudad de Bizancio.

III
Oh sabios que estais en el fuego sagrado de Dios
Y en el dorado mosaico de un muro,
Venid del fuego sacro, girad hasta mí,
Y sed los maestros de canto de mi alma.
Consumid mi corazón; enfermo de deseo
Y atado a un animal agonizante
No sabe ya lo que es; y llevadme
A la ilusión de la eternidad.
IV

Una vez fuera de la naturaleza, no he de tomar
Mi forma de ninguna cosa natural,
Sino una forma como la que los herreros griegos hacen
De oro repujado y esmalte dorado
Para mantener despierto a un somnoliento Emperador;
O ponen en una rama dorada para que cante
A los señores y las damas de Bizancio
Sobre lo pasado, lo presente, o lo por venir.]

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